viernes, 25 de febrero de 2011

A - B - C


Tus letras reflejan lo que anda pasando. No necesariamente lo que pasa ahí afuera, claro. Sino, más bien, lo que sucede dentro y nadie ve. Lo que te hace doler, llorar, reír sin aparente causa. Lo que pocos perciben y, si lo hacen, por favor díganme quién es que se lo quiero agradecer. 

Tus letras son locas, son sabias. Mas no soberbias. Lo que saben no lo leyeron, lo vivieron y no siempre lo pueden expresar. ¡Lo que les gustaría escribir lindo! Formarse con estilo, combinarse con gracia, provocar belleza, lágrimas tal vez. Pero no lo logran y, a veces, salen tan vacías que no se explican cómo habiendo sufrido tanto para ser paridas. 

Tus letras tienen un destino, también, que no necesariamente es el mismo que el de tu mano que las escribe. Por ejemplo, ahora, ahora que yo te escribo que te quiero y que me decido a hacerlo sin borrarlo, sin parar siquiera para corregir una coma o un punto, incluso si en esta frase existiera alguna de esas faltas de ortografía que me dan tanta vergüenza y tanta rabia, incluso así seguiría porque sé que, al volver, borraría justamente eso, que te quiero. 

Pero, al parecer, mis letras son las que te quieren, las que no me permiten borrarte aunque a veces lo deseara o lo piense o me den ganas de desearlo o pensarlo. Y ahí están esas palabras, a vos dirigidas. Ya no las necesito. 

Espero que vos sí.