martes, 14 de julio de 2009

Bienvenida


Desde que tengo uso de razón, todo lo que vivo, todo lo que siento, pienso, sufro o río, lo escribo. Pero no en el común acto de escribir, de enfrentarse a una hoja en blanco y volcar cada una de las palabras, sino que escribo mentalmente, en mi cabeza, en el momento mismo en el que vivo lo que estoy escribiendo. Pienso, por ejemplo, qué palabra sería la más adecuada para expresar ese vacío que siento adentro, ahora, cuando caigo en la cuenta -otra vez- de que ella ya no está. U ordeno las ideas rebeldes y agolpadas que se cruzan por mi cabeza cuando el aire me da sobre la cara, cuando siento el frío, cierro los ojos y creo que soy capaz de lograrlo todo mientras el viento esté de mi lado.

Voy en el ómnibus en un día gris y lo que es capaz de iluminar mi día es pensar qué adjetivos usaría para describir a la señora de rostro triste que tengo en frente, o cómo definiría la particular manera de sonreír del chofer, o desde qué punto de vista contaría la historia de los novios que se están peleando en el asiento de atrás y que, sin darse cuenta, me están dejando ser partícipe de sus vidas.

Hoy o, más bien, a partir de ahora, tengo ganas de enfrentarme a la hoja en blanco. De pasar esas palabras acumuladas en vaya a saber qué rincón de mi mente a un espacio en donde una palabra adquiera sentido con la otra, en donde los textos tomen forma y los personajes cobren vida.

Desde que tengo uso de razón, escribo todo lo que vivo, todo lo que siento, sufro o río. Es hora de cruzar el abismo. De enfrentarme al peor de mis miedos y a la única razón por la cual no he sido capaz de plasmar en un papel tantas palabras e ideas. Al miedo de quedarme vacía.

3 comentarios:

  1. Me encanto! creo que es la mejor bienvenida al mundo de un blog! Te felicito por la valentia :)
    Btw, aguante Klimt!

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  2. Gracias, Girl!
    Un gusto leerla por acá.
    Vamos a ver cómo sigue esto.
    Y sí, Klimt es lo más.

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  3. Gracias por enriquecerme con tus palabras!

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